OBELISCO DEL VATICANO

Este obelisco es el 2º más alto de Roma con 25,5 metros, aunque la base y el elemento de bronce de la parte superior le añade unos 12 metros, por lo que parece más alto.

El Obelisco del Vaticano (de 327 toneladas de peso) es el único que se conserva intacto sin haber caído desde los tiempos de la antigua Roma.

Originalmente, estaba en Heliópolis. En el siglo I, Augusto se trasladó a Alejandría, dedicándolo a la memoria de Julio César, su padrastro. En el 37 AD, el emperador Calígula lo llevó a Roma como un elemento decorativo del que fue conocido como el Circo de Cayo (de nombre real, es decir, Calígula), posteriormente conocido como Circo de Nerón. Es complicado fechar este obelisco ya que carece de jeroglíficos inscritos en su eje. Durante la Edad Media, el obelisco fue conocido como el agulia (es decir, “torre”), y fue considerado incluso uno de los famosos monumentos de Roma, porque la mayoría de la gente creía que el mundo de bronce que había en la parte superior contenía las cenizas de César.

Pero durante los trabajos de recolocación se inspeccionó a fondo, sin encontrar nada, por lo que Sixto V, lo reemplazó por una cruz de bronce de Cristo que se asienta sobre una estrella, a la que posteriormente, en 1740, se le abrió una cavidad para colocar en su interior ciertas reliquias. Posteriormente en 1818 fueron instalados los leones que decoran la base.

Desde los tiempos de Nicolás V (1447-1455), varios Papas habían pensado mover el obelisco de un lado de la basílica al centro de la plaza de San Pedro, mas no se había encontrado a nadie capaz de hacer frente a esta ingente tarea. Incluso arquitectos famosos, como Miguel Ángel y Antonio da Sangallo el Joven se había negado a hacerlo.

Pero en 1586, el principal arquitecto de Sixto V, Domenico Fontana, aceptó el reto. En su enorme taller empleó más de 900 hombres, quienes trabajaron en el proyecto durante casi 6 meses. Finalmente, utilizando un andamio gigantesco madera, cuerdas y poleas, el obelisco fue levantado unos 60 cm por encima del suelo, sólo durante el tiempo necesario para deslizar una gran plataforma por debajo, y luego llevarla hasta la nueva ubicación. Además de los hombres, se utilizaron 75 caballos, innumerables poleas y centenares de metros de cuerda. Este trabajo de Fontana se recuerda mediante una inscripción en la parte inferior de la base, en su lado norte.

Según cuenta la tradición oral durante aquella dura e intensa jornada fue muy necesario mantener la concentración. Los hombres tenían orden de mantener silencio absoluto bajo amenaza de muerte para quien se atreviera a romper el silencio. Los obreros comenzaron a izar la descomunal piedra de granito; pero debido a la fricción y en el momento de mayor peso, de las cuerdas saltaron chispas y comenzaron a ceder. De repente, se escuchó el grito de un marinero genovés, Benedetto Bresca, quien se atrevió a romper el silencio:

“Daghe l’aiga ae corde”, es decir “agua a las cuerdas”

Bresca sabía que las cuerdas de cáñamo se rompen si no se las enfría. El valiente marinero se arriesgó desafiando su propia muerte, levantando su voz. Así fue como las sogas se encogieron y se pudo levantar el pesado obelisco, y se pudo colocar la torre sobre un pedestal que descansa sobre una base de 4 parejas de leones de bronce (animal del escudo de armas del Papa).

El Papa era famoso por aborrecer las creencias populares y tomó la decisión de acabar con la “superstición impura”, colocando una inscripción en latín en el lado norte de la base, que alegaba que “El Pontífice Máximo Sixto V purifica el obelisco del Vaticano de la superstición impura por medio de la Cruz invencible.”

El pie del monumento fue seguido por una ceremonia, durante la cual el Papa pronunció las palabras de un ritual de exorcismo antiguo, cuyo objetivo era alejar a cualquier residual “mala influencia” causado al obelisco por su origen pagano.

Las palabras que se usan para el ritual están tallados en la parte oriental y occidental de la base del monumento y se puede leer las leyendas:

HE AQUÍ LA CRUZ DEL SEÑOR

HUID ADVERSARIOS

EL LEÓN

DE LA TRIBU DE JUDÁ

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CRISTO GANA 

CRISTO REINA

CRISTO MANDA

CRISTO AYUDA

AL PUEBLO A PROTEGERSE

DE CUALQUIER MAL

(J.A. Talz)