Jan Baalsrud, miembro de la Resistencia Noruega durante la II Guerra Mundial, formó parte de la Operación “Martin Red”, en la que 12 ciudadanos noruegos integrados en la Compañía Linge, que habían sido entrenados por británicos en Escocia, regresaron a Noruega en marzo de 1943. Esta misión se vio comprometida cuando los operativos noruegos, que buscaban un contacto de confianza de la Resistencia local, hicieron contacto accidental con un civil comerciante con el mismo nombre que su contacto, el cual los denunció a los alemanes.

Noruega estaba ocupada por los nazis y el objetivo del grupo era destruir una torre de control aéreo de la Luftwaffe, la fuerza aérea alemana, y conseguir nuevos miembros para la Resistencia. Pero su barco, el “Brattholm”, cargado con 8 toneladas de explosivos, fue interceptado por un navío alemán. Los noruegos, saltaron por la borda, haciendo explotar su barco pesquero, y tratando de nadar 60 metros en aguas gélidas hasta llegar a tierra, sorteando las balas que les disparaban: solo Jan Baalsrud logró escapar, matando al oficial del grupo alemán, y siendo herido en el pulgar del pie derecho descalzo que, prácticamente, se lo seccionó.

Los siguientes 2 meses fueron un calvario para él: se iniciaba su cacería por parte de la autoridad nazi Kurt Stage. En 3 días recorrió unos 10 kilómetros, vagando sin rumbo en medio de la nieve, las ventiscas y las bajas temperaturas –hasta una avalancha que casi acaba con su vida-, debido a las cuales sufrió ceguera y congelación, recibiendo la ayuda de compatriotas noruegos que se jugaban la vida al hacerlo. 12 días los vivió en una choza de madera, a la que se le llamaba, irónicamente, Hotel Savoy. Se le trasladó a un lugar de las montañas noruegas para ser llevado a través de la frontera hasta Suecia, país neutral y donde estaría a salvo. Pasó 10 días en un hueco bajo una roca, a la que denominaron “Roca del Caballero”, y se mantuvo vivo gracias a su fuerza de voluntad, amputándose 9 dedos de sus pies debido a la gangrena que se le iba extendiendo. Se le llevó a la frontera con Finlandia y los samis (lapones) lo llevaron en trineo hasta Suecia, donde fue recogido por un hidroavión de Cruz Roja: apenas pesaba 36 kilos. Fue llevado a un hospital sueco donde pasó unos 7 meses, y tuvo que aprender a caminar de nuevo. Después regresó a Escocia para ayudar a entrenar a otros compatriotas noruegos que volvían a Noruega a luchar contra los alemanes.

Thomas Gullestad en el papel de Baalsrud.

Noruega condecoró a Jan Baalsrud con la Medalla de San Olav con rama de roble, y los ingleses lo nombraron Miembro Honorario de la Orden del Imperio Británico por sus servicios. Nunca se consideró un héroe, creyendo que los verdaderos héroes fueron aquellos hombres y mujeres que lo ayudaron a mantenerse vivo.

En 1962, se retiró a la isla canaria de Tenerife, residiendo allí hasta su fallecimiento el 30 de diciembre de 1988. Cumpliendo con sus deseos, sus cenizas fueron llevadas a Noruega y enterradas en la población de Manndalen, entre aquellos que hicieron posible su fuga a Suecia.

Cada año, en el mes de julio, en Trims, se celebra en su honor una marcha, en la que los participantes recorren la ruta de su fuga durante 9 días. Un prado en Oppegård es denominado Baalsrud plass en su honor.

Su historia se plasmó, en 1955, en el libro We Die Alone (“Nosotros morimos solos”) de David Howarth, un oficial naval británico, constructor de barcos e historiador. En 2017, la producción noruega “Den 12. Mann” (“El duodécimo hombre”), relata las vivencias de este hombre, interpretado por el actor Thomas Gullestad, y el papel de Kurt Stage, el jefe nazi que sería ejecutado por crímenes de guerra en 1947, es interpretado por Jonathan Rhys Meyers.

J.A.T.

Agradecimientos:

Foto Thomas Gullestad: Flickr

Foto Jan Baalsrud: Julius Jääskeläinen – Jan Sigurd Baalsrud (1917- 1988) – CC BY 2.0 

Poster: Cortesía de Nordisk Film Production AS, Zwart Arbeid