Mozárabes y Muladíes

Los mozárabes

Cuando, en el siglo VIII, los árabes llegaron a la península ibérica había mucha gente viviendo allí: hispano-romanos y visigodos. Todos ellos, por aquel entonces, eran cristianos y se quedaron allí viviendo bajo la dominación musulmana. Los árabes les dieron el status de dhimmis (“protegidos”) y les permitieron conservar sus nombres, vestimentas, costumbres y, sobre todo, profesar su religión. No obstante, les cobraban altos impuestos por no ser musulmanes. Eran los mozárabes (del árabe mustarab, que significa “arabizados”), aunque el término “mozárabe” no lo usaron los árabes sino los cristianos de los reinos del norte para designar a los cristianos de Al-Ándalus que emigraban a sus territorios. El primer documento en el que se confirma el uso del término es del año 1024, en el Reino de León.

Los mozárabes fueron un importante grupo cultural en Al-Ándalus, y, en alguna medida, fueron uniendo sus costumbres con las de los árabes. El filólogo español José Godoy Alcántara nos dice en su “Ensayo histórico etimológico de los apellidos castellanos” que, en los tiempos de Al-Ándalus, “los mozárabes, entre quienes se perpetuó el estado de la sociedad visigoda, no conocieron los nombres de familia. Por lo demás, la adopción de nombre era completamente voluntaria, e indistintamente siguieron se llevando durante la Edad media, góticos, hebreos y cristianos, con paganos y musulmanes, que no se dejaban ni aun al recibir las sagradas órdenes; así es que hallamos abades, presbíteros y diáconos de nombre Zalama, Muza, Meliki, Aiuf, Abdelaxiz, Mutarraf, Ismael y Mahamud, obispos denominados Amor y prelados de conventos que se llaman Baco.”

En una sociedad multicultural las costumbres se mezclaban. Así, en el siglo X, encontramos caballeros cristianos, de clase de alta, usando el patronímico árabe Ibn (“hijo de”) que, en el español de la época, se escribía Iben. Dos caballeros de León, Gibuldo y Arosindo, en una escritura del año 937, dejan tierras en legado de herencia a sus hijos, quienes aparecen firmando como Piloti Iben Gibuldo y Olemundo Iben Arosindo. Justamente es en estos nombres donde se puede ver la confluencia de distintas culturas que están conviviendo juntas.

En los primeros años de la dominación musulmana se estaban generando las primeras lenguas romances, que venían del latín vulgar que habían dejado los Romanos. Los mozárabes tenían su propio dialecto que era una mezcla del latín vulgar con el árabe, y lo podemos apreciar en las antiguas jarchas mozárabes que eran versos cortos que se escribían al final de las muassahas -largos poemas-. Las jarchas eran, generalmente, lamentos femeninos de amor y de nostalgia. Este dialecto mozárabe se extinguió cerca del siglo XIII.

Mozárabes y Muladíes


Mozárabes y Muladíes

Los muladíes

Había cristianos y visigodos que se habían convertido al islam y, en consecuencia, adoptaban nombres y apellidos árabes: los llamaban muladíes. La palabra muladí viene del árabe “mullawad”, que significa “no nacido de vientre árabe”.

Umar Ibn Hafsun fue un guerrillero andalusí, de abuelos visigodo-cristianos convertidos, que organizó y lideró una rebelión contra el emirato omeya de Córdoba. Los Banu Qasi eran una dinastía muladí, cuyos dominios se situaban en el valle del Ebro, y eran descendientes del conde visigodo Casio: de ahí su nombre Banu Qasi (“hijos de Casio”).

Había casos de musulmanes nacidos de un padre o una madre no árabes como Abd al Rahman ibn Muhammad (Abderramán III), el califa pelirrojo, que era hijo de una concubina cristiana de su padre, una mujer de origen vasco y también nieto de una vasca por parte de su padre.

Mozárabes y Muladíes                                J.A.T.