Guardacostas buscando supervivientes en Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina.

Guardacostas buscando supervivientes en Nueva Orleans tras el paso del huracán Katrina.

Para medir la intensidad del huracán se utiliza la Escala Saffir-Simpson. Esta escala se desarrolló en 1969, por el ingeniero civil Herbert Saffir, que pertenecía una comisión de la ONU. Dada la utilidad de la Escala de Richter para los terremotos y como no había escala para los huracanes, creó una basada en la velocidad del viento, y la cedió al Centro Nacional de Huracanes de EE.UU. Posteriormente, Robert Simpson, Director de dicho Centro añadió a la escala los efectos del oleaje y las inundaciones, aunque no toma en cuenta ni la cantidad de lluvia ni la situación. Así, un huracán de fuerza 3 en medio de una gran ciudad puede causar más daño que otro de fuerza 5 en campo abierto.

Este modelo tiene 5 categorías en función de la velocidad de los vientos, la presión atmosférica y la marejada que produce (aumento del nivel del mar después de la tormenta).

El problema que se va dando es que están surgiendo huracanes que superan por mucho los 252 km/h de la categoría 5, como el Irma (2017) con vientos de 298 km/h, o el Patricia (2015) que pasó de tormenta tropical a batir el récord histórico con vientos de hasta 345 km/h. Por ello se plantea un debate en cuanto a aumentar una o más categorías de la Escala, especialmente promovido porque el calentamiento global provocará que los huracanes suban su intensidad, por lo que serán mucho más fuertes y destructivos. Los contrarios a esta idea expresan que la categoría 5 ya define un “daño catastrófico”, y no hay más niveles por encima de lo “catastrófico”.

 Escala Saffir-Simpson

J.A.T.