ORIGEN DEL NOMBRE DE LAS PROVINCIAS

Illes Balears (Islas Baleares). Hay muchas teorías sobre el origen del término. Mientras a Eivissa (Ibiza) y Formentera las conocían como Islas Pitiusas, Mallorca y Menorca tenían otra denominación. Unos opinan que el nombre del archipiélago viene del griego ballein (“lanzar”), aunque otros lo descartan pues los griegos llamaban Gimnesias a las islas de Mallorca y Menorca, y los romanos y cartagineses las llamaban Insulae Baliares. Parece que esta voz es púnica y proviene del plural Ba’ lé yaroh (Bá’ le, que significa “los que ejercen el oficio de”, y de yaroh, tirar piedras”) cuya significación es “los maestros del lanzamiento de piedras”. Esto hace referencia a la costumbre que tenían estos campesinos de lanzar piedras con la honda.

Jaén. Proviene del latín Gaiena, que quedó en Gaien y que los árabes convirtieron en Ŷaīyān. Otra versión expone que algunas familias judías sefardíes dan su origen a la palabra hebrea Dayan (“juez”) derivando en Yayyan o Diayyan. En tiempos del historiador romano Tito Livio (siglo I a. JC.) se le llamaba Oringis o Auringis. Posteriormente, el historiador griego Pilibio la llamó Alingis o Elinga. En el Concilio de Ilíberis (o de Elvira) se le denomina Advinge, los romanos la llamaron Flavia y los musulmanes, Chen. Vespasiano, en el siglo I, la llamó Municipio Flavio Aurgitano.

León. El nombre proviene del término latino legio, en referencia a la legión Legio VI Victrix que creó un campamento en el año 29 a. JC., y a la Legio VII Gemina, fundada por Galba, se asentó ahí desde finales del siglo I (año 74) hasta principios del siglo V.

Lleida. Desde que fue fundada, ha tenido diversos nombres: los íberos la llamaban Iltirta; para los romanos era Ilerda; para los árabes era Larida, y Leyda para los cristianos. El significado del topónimo es “ciudad del lobo”. Desde 1980, la denominación en catalán es Lleida.

Lugo. En el año 26 a. JC. llegó un cuerpo expedicionario romano al mando de Cayo Antistio Veto, dándole al lugar el nombre de Lucus Augusti (Lucus, “bosque sagrado”) lo que significaría “bosque sagrado de Augusto”.

Madrid. Durante la época árabe tuvo el nombre de Maŷriţ o Maǧrīţ, y que en castellano antiguo quedó en Magerit. Este nombre proviene de la unión de maǧra (“cauce de un río”) y el sufijo romance -it, del latín –etum (“en abundancia”).

Málaga. Lingüísticamente se cree que es una forma de la raíz semítica m-l-k “reinar, rey, tener dominio”. Los fundadores fenicios provenían de Tiro donde el dios supremo era Melqart y la llamaron Malaka. En el siglo XVII, un historiador apuntaba que el término Malaca provenía del hebreo Malach (“reina”), basándose en la cita del historiador griego Estrabón que la consideraba “princesa entre las demás de la costa”.

Melilla. En el siglo VII a. JC. recibió el nombre de Rusadir y permaneció durante dominación cartaginesa y romana hasta el siglo VI. Parece que su origen es bereber, Tamlilt “la blanca”, por la piedra caliza donde está asentada. Los árabes la llamaron Mliliat. Otros apuntan a Mellitus pues bajo el Imperio Romano la zona era rica en miel y trabajaban la apicultura.

Murcia. Hay varias hipótesis sobre su nombre. La más probable es la palabra latina Murtia o Myrtea (“lugar de mirtos”) habiendo sido un asentamiento romano. De ahí se adapta al árabe, quienes la fundan en el 825 por orden de Abderramán II como Madīnat Mursiya, o la forma hebrea Morsayas.

Navarra. Según el lingüista francés Jean-Basptiste Orpustan, en vasco medieval, Nabarra viene de naba, de origen prerromano, con la traducción “gran llanura rodeada de montañas”. Según el lingüista Alfonso Irigoien, procede del vasco nabar (“color pardo”).

J.A.T.

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