La Operación Mincemeat, bien pudo haber sido el título y trama de una de las novelas del agente 007, James Bond. La razón es que, entre otras cosas, fue el creador del personaje, Ian Fleming, quien ideó un engaño para desconcertar a Hitler y llevarle a tomar decisiones equivocadas que, al final, resultaron decisivas para el desenlace de la II Guerra Mundial en Europa.

Y es que Ian Fleming era miembro del MI5, el servicio de inteligencia británico. Ideó este “montaje” para hacer creer a Hitler que el desembarco aliado en el Mediterráneo sería en una ubicación distinta a que realmente fue. Recordemos el contexto que motivó esta operación.

Erwin Rommel

El Afrika Korps, la fuerza militar alemana del norte de África con apoyo italiano, al mando del general Erwin Rommel, había infligido serias derrotas al ejército británico. Pero, en julio de 1942, en la primera batalla de El Alamein (Egipto), las tropas aliadas bajo el comandante británico Claude Auchinleck lograron detener el avance de Rommel.

Bernard Law Montgomery

Varios meses después, 23/octubre-3/noviembre, tuvo lugar la segunda batalla de El Alamein, teniendo a Monty, como era conocido el general británico Bernard Law Montgomery, al mando del VIII Ejército británico junto a fuerzas neozelandesas, canadienses, australianas… Su victoria acabó con el objetivo alemán de apoderarse de Egipto, de los pozos petrolíferos de Oriente Medio y del control del Canal de Suez.

Pero la invasión del sur de Europa por parte de los Aliados era complicada. El mejor lugar para el desembarco aliado era Sicilia; pero, las fuerzas del Eje habían fortificado y acumulado allí una cantidad ingente de tropas que hacían prácticamente imposible el objetivo.

En 1943, Ian Fleming y su grupo propusieron un plan para engañar a Hitler y hacerle creer que el desembarco aliado se produciría en Grecia y Cerdeña en lugar de en Sicilia. Así, cuando Alemania desplazara allí sus fuerzas, podrían desembarcar en Sicilia. Para ello había que hacer llegar “como por accidente” esa información a los alemanes. El problema siguiente era cómo conseguir que los alemanes confiaran en la información para hacer tal movimiento. Con el visto bueno de Churchill y Eisenhower se puso en marcha la trampa.

El equipo de Ewen Montagu, del MI5, creó la identidad falsa de William Martin, un capitán británico de la Royal Navy fallecido en combate y hallado con información “Top Secret” con los planes de un desembarco en Grecia y Cerdeña. Había que proveer al supuesto oficial de todo lujo de detalles de modo que no hubiera duda sobre él.

El nombre de la operación que, con su sentido del humor, creó Montagu fue Mincemeat (“carne picada”), derivado del uso que hicieron del cuerpo de un mendigo galés, Glyndwir Michael, que murió al ingerir matarratas. Este tipo de muerte podía “dar el pego” como muerte por ahogamiento. Cuando la misión concluyó, el mensaje a Churchill fue: “Mincemeat swallowed whole” (“Carne picada tragada entera”).

Abril 1943: De madrugada, el submarino británico HMS Seraph arrojó el cuerpo del mendigo, el supuesto oficial, con un maletín atado en la cintura y esposado a la muñeca. Fue abandonado a varios kilómetros de la costa de Punta Umbría (Huelva) y encontrado por un joven pescador, José Antonio Rey María.

Se escogió esta zona de Huelva por varias razones, entre ellas:

  • Franco tenía buenas relaciones con Hitler, habiéndole permitido establecer redes de información en suelo español, y esa zona, al tener pueblos con pocos habitantes, permitiría que la noticia corriera como un reguero de pólvora.
  • Huelva era un territorio que se hallaba en la ruta aérea entre Inglaterra y el norte de África, por lo que pudo haber un accidente y el oficial haber caído al agua.
  • El espía alemán Adolf Clauss, afiliado a la Falange y a la Legión Cóndor durante la Guerra Civil, fue nombrado jefe de la Abwehr, organización de inteligencia alemana, en Huelva.
  • Era mejor que se encontrara en el mar ya que un cuerpo en el mar puede tardar días en ser recuperado y el deterioro que sufriría en el agua complicaría la causa de la muerte en una autopsia. Daría a entender que pudo ser víctima de un accidente de avión derribado por las baterías defensivas antiaéreas de la zona.

Pamela, la novia ficticia, era una funcionaria del MI5.

Para hacer más creíble la falsa identidad se le añadió un juego de llaves, fotografías y cartas de amor de su “novia” Pamela (rol interpretado por una funcionaria del MI5), una factura por la compra de un anillo de bodas, entradas recientes para el teatro y una carta del Lloyds Bank.

También se incluyeron 2 cartas:

  1. Escrita por el 2º Jefe del Estado Mayor General Imperial, Sir Archibald Nye, dirigida al comandante británico del norte de África, Sir Harold Alexander. La misiva dejaba entrever que el ataque aliado sería en Grecia y Cerdeña, y que incluso se pretendía engañar a los alemanes haciéndoles creer que se iba a invadir Sicilia.
  2. Escrita por Lord Mountbatten al Almirante Sir Andrew Cunningham, Comandante en Jefe del Mediterráneo, en la que se indicaba que también se pretendía invadir Cerdeña.

Además, para que el cuerpo del falso militar fuera enterrado dignamente, le pusieron en el cuello una cadena con una cruz de plata y placas de identificación con la inscripción “Major Martin, RM, R/C” (“Mayor Martin, Royal Marine, Roman Catholic”). Esto haría que, con la estricta religiosidad española de aquel tiempo, pudiera ser enterrado para respetar sus creencias. De hecho, se organizó su entierro, con corona de flores de su prometida Pamela y su familia, y sus restos están enterrados en el Cementerio de la Soledad (Huelva).

Aunque el médico español que realizó la autopsia sí percibió algún detalle que pudo haber levantado sospechas, el espía Adolf Clauss no le dio importancia, y, siéndole facilitados los documentos por las autoridades españolas, rápidamente los hizo llegar a los servicios secretos de Alemania.

Para dar mayor credibilidad a la historia, unos días después, los nazis interceptaban un comunicado en el que las fuerzas británicas mostraban su preocupación por la pérdida de información tan secreta como valiosa. Los alemanes ignoraban que dicho comunicado formaba parte de la trama.

Por otra parte, el embajador británico en España, Samuel Hoare, reclamó los “documentos” del oficial británico; pero Alfonso Arriaga, Jefe del Estado Mayor de la Marina, demoró la entrega de los mismos. Cuando les fueron devueltos, Ewen Montagu comprobó que los documentos habían sido examinados, por lo que el engaño había funcionado. Como colofón, The Times publicó la esquela de William Martin.

El oficial que nunca existió consiguió un éxito total y, a la postre, decisivo. Hitler, tras revisar la información conseguida, ordenó movilizar las tropas de Sicilia a Grecia y Cerdeña. Esto permitió que el 9 de julio de 1943 se iniciara la Operación Husky para tomar Sicilia, de modo que, para el 17 de agosto, el mariscal Montgomery y el general Patton habían tomado la isla.

El libro “El hombre que nunca existió”, de Ben MacIntyre, cuenta esta historia incluyendo la evidencia de la complicidad de los militares españoles con los nazis al transcribir los documentos que contenía el maletín del “oficial británico” y hacerlos llegar al representante del gobierno alemán.

Pero, todavía hay un misterio en esta historia: alguien depositó flores en su tumba cada día desde que fue enterrado en 1943 hasta 1994. Su identidad sigue siendo una incógnita.

J.A.T.