Estudios científicos realizados a través de los años han determinado que la música tiene una incidencia notable en nuestros sentimientos y percepciones, por lo que es una forma de expresión y transmisión de sentimientos y/o estados de ánimo.

Según la llamada Psicología Musical -que estudia la realidad social de la persona y la música- tiene también un impacto físico en nuestro organismo pues parece que contribuye a equilibrar los 2 hemisferios de nuestro cerebro, ya que la actividad sensorial se localiza en esas zonas que regulan las emociones, ayudando al desarrollo psicológico y emocional de las personas. Si a esa música se le añade letra el impacto es todavía mayor.

Y ahí entra la vertiente patriótica, ya que los himnos nacionales buscan estimular el sentimiento nacionalista. Aunque, en general, traten transmitir el sentimiento de solidaridad y la tradición de un país, lo cierto que no fueron escritos con ese propósito pues las letras de esos himnos suelen ser violentas y hasta xenófobas, y transmiten un sentimiento supremacista y de exaltación nacional, de ser superior al enemigo. De ahí que surgieran en un periodo tan convulso como lo fueron los siglos XVIII hasta mediados del XX.

Kimigayo, el himno nacional japonés, parece ser el más antiguo ya que su letra se publicó en el año 905, aunque no se le añadió música hasta 1880. Por ello, no se le incluye en la estadística de los himnos nacionales (con música) más antiguos, que son:

# Es más conocido como Wilhelmus.

& Cuando el monarca es varón se transforma en “God save the King”, como era originalmente cantado. Algunos estudiosos piensan que una pieza de J. Bull y unos arreglos de una canción famosa en Francia hechos por Händel fueron ofrecidos por éste al rey Jorge I de Inglaterra.

* Es uno de los 4 himnos que no tiene letra oficial. Se publicó por 1ª vez en 1761 como “Marcha de los Granaderos”. El rey Carlos III lo oficializó en 1770.

Equipo de rugby de Gales (1905) con ‘Teddy’ Morgan.

Una curiosidad: El protocolo establece que deben sonar los himnos nacionales antes de un partido o competición. Esta costumbre parte desde 1905, de Edward “Teddy” Morgan, un jugador galés de rugby, en un partido contra los All Blacks de Nueva Zelanda. Es conocido que los All Blacks suelen hacer su haka, una danza ritual o grito de guerra maorí antes de jugar como motivación. Pues a Morgan se le ocurrió la idea de cantar el himno galés para motivar a sus compañeros y al público.

En el ranking de himnos, casi todo el mundo concuerda en colocar en primer lugar al himno nacional francés: La Marsellesa.

J.A.T.