La guillotina se instaló en la Place de Grève, donde ahora está el Hôtel de Ville (Ayuntamiento de París), y el 25 de abril de 1792 llegó la primera ejecución, la de Nicolas-Jacques Pelletier, un salteador de caminos, condenado por robo a mano armada.

La guillotina, símbolo del Reinado del Terror, es colocada en la denominada Plaza de la Revolución, hoy Plaza de la Concordia, hasta 1794.

21 de agosto de 1792: se ajustició a 2 presos políticos servidores del depuesto rey Louis XVI, tras el asalto a Las Tullerías del 10 de agosto, por actividad contrarrevolucionaria.

21 de enero de 1793: Tras su detención el 13 de agosto de 1792 y tras un proceso judicial, que determinó la pena capital con 380 votos a favor y 310 en contra, el rey Louis XVI fue guillotinado, tras lo cual y al grito de “¡Viva la Revolución!” los asistentes cantaron “La Marsellesa”. Su cuerpo fue arrojado a una fosa, cubierto con una capa de cal viva y otra de tierra.

1 de agosto de 1793: La viuda del rey, María Antonieta, es enviada a la prisión de La Conciergierie, y el 14 de agosto es puesta a disposición del Tribunal Revolucionario.

14 de octubre de 1793: María Antonieta es llevada a juicio, acusada de conspirar contra Francia y de promover intrigas, en definitiva, de ser la causante de los desmanes y los problemas económicos de la nación.

Jugaba en su contra su presunta frivolidad. Por ejemplo, creía que la monarquía borbónica francesa había sido establecida por Dios, considerándose por encima de sus súbditos. Una de sus costumbres era empolvarse la peluca con harina cuando el pueblo no tenía pan. También le gustaba vestir informalmente, diseñando un vestido blanco que escandalizó porque no le hacía parecer reina. Irónicamente, ese vestido se convirtió en el uniforme de las revolucionarias: las mismas que pedían su cabeza (literalmente) llevaban su sencillo vestido.

16 de octubre de 1793: Es condenada a muerte y horas más tarde, ejecutada en la guillotina. Sus restos fueron echados en el lugar donde había sido echado su esposo, Louis XVI, y cubiertos con cal viva.

Robespierre

Uno de los líderes de la Revolución Francesa, Maximilien Robespierre, apodado “el Incorruptible”, fue responsable de la muerte de miles de personas durante el período del Terror. Lo expresó con la frase:

“El terror, sin virtud, es desastroso. La virtud, sin terror, es impotente.”

Esto justificó la eliminación de aquellos a quienes consideraba enemigos de la revolución, entre ellos, revolucionarios más “moderados” como su viejo aliado Georges-Jacques Danton, Jacques-René Hébert, o Camille Desmoulins. Finalmente, el propio Robespierre fue detenido y acusado de dictador y de traidor, y ejecutado en la guillotina junto a otros 21 colaboradores. Era el 28 de julio de 1794 y tenía 36 años. Su cuerpo fue echado a una fosa común en la que echó cal viva para borrar su rastro.

En toda Francia murieron ejecutadas unas 16.600 personas, de las cuales más de 2.600 lo fueron en París. Se calcula que estas ejecuciones, sumadas a las muertes en las cárceles, juicios sumarios y violencia popular, alcanzan un total de 35.000-40.000 víctimas.

Lavoisier

Tal fue la vorágine de violencia y fanatismo que hasta se guillotinó a Antoine-Laurent de Lavoisier, considerado el “padre de la química moderna”. Lavoisier trató de introducir reformas en el sistema monetario y tributario francés y en los métodos de producción agrícola. Como dirigente de los campesinos, fue arrestado y juzgado por el Tribunal Revolucionario y guillotinado el 8 de mayo de 1794. El presidente del tribunal expresó: “La república no necesita ni científicos ni químicos; no se puede detener la acción de la justicia”. Por el contrario, el científico italiano Lagrange replicó: “Ha bastado un instante para cortarle la cabeza; pero Francia necesitará un siglo para que aparezca otra que se le pueda comparar”.

Como detalle, pese a que la guillotina era considerada un método de ejecución “humano”, al provocar una muerte instantánea según se creía, en los años 1950, Piedelievre y Fournier, dos médicos franceses, determinaron que la muerte en la guillotina no era tan instantánea como se pensaba. En las décadas siguientes se concluyó que el cerebro tarda unos 7 segundos en dejar de funcionar por la ausencia de sangre y oxígeno.

Terminado el Reinado del Terror, la guillotina no cayó en desuso. Siguió empleándose bajo el mandato de Napoleón y todos los regímenes posteriores durante casi dos siglos.

Hasta el año 1939, las ejecuciones se hacían en público y cualquier persona podía asistir. El 17 de junio de ese año se llevó a cabo la última ejecución pública en Francia, con la ejecución de Eugen Weidman, implicado en una red de robos, secuestros y asesinatos, cuyas víctimas eran, básicamente, turistas que visitaban París. A partir de ahí solo se realizaron ejecuciones en las prisiones, a “puerta cerrada”.

La última ejecución mediante la guillotina se produjo el 10 de septiembre de 1977, en Marsella, ocasión en la que un joven tunecino discapacitado, Hamida Djandoubi, fue declarado culpable de torturar y asesinar a su novia. Condenado a muerte, fue decapitado en el patio de la prisión marsellesa de Baumettes.

Cuatro años más tarde, el 9 de octubre de 1981, el presidente François Mitterrand abolió la pena de muerte en Francia.

J.A.T.