Se utiliza la expresión “ser la ninfa Egeria de

[alguien]” para referirse al que actúa como un consejero privado que orienta todas las decisiones y motiva los actos de otra persona. Esta expresión proviene de una leyenda romana.

Según la mitología romana, Egeria era una de las Camenas o Náyades (Ninfa, que en la mitología griega eran unas deidades menores femeninas típicamente asociadas a un lugar natural concreto, como un manantial, un arroyo, un monte, un mar o una arboleda).

Pertenecía al séquito de Venus y habitaba en el manantial de Porta Capena (Roma). Numa Pompilio “El piadoso”, 2º rey de Roma y sucesor de Rómulo (fundador de Roma), iba por la noche al bosque sagrado para que Egeria le aconsejara para que fuera un buen gobernante, inspirándole el arreglo de las ceremonias religiosas para que fueran más agradables a los dioses y dictándole las leyes de Roma. Cuando éste murió, Egeria lo convirtió en un pozo consagrado a Diana, en el Lacio, ubicado en el bosque de Ariccia, cuyas aguas gemían –al igual que ella- al fallecer su esposo. Por sus lágrimas constantes, ella misma se convirtió en fuente.

En Roma se rendía culto a Numa en la Porta Capena.

J.A.T.