“Mandar a hacer puñetas”

Hay varias teorías sobre su origen, pero la más aceptada es que las puñetas, o puños de las camisas se fabricaban en conventos apartados. Así, la expresión “mandar a hacer puñetas” transmite la idea de una persona se vaya a un lugar lejano y durante mucho tiempo.

 

“¡Jesús!”

Esta expresión se usa cuando alguien estornuda. Su origen parte de la antigua Grecia. Hipócrates y Aristóteles decían que se empleaba para bendecir a alguien que estornudaba por algo maligno había entrado por la nariz, usándose la expresión: “¡Que Zeus te salve!”. Posteriormente, los romanos creían que se estornudaba para expulsar al demonio o a posibles enfermedades, pronunciándose diferentes exclamaciones en el mismo sentido.

Los cristianos convirtieron esas expresiones por “¡Jesús!”. Durante una epidemia acaecida en el siglo VI, el papa Gregorio I encomendó a todos los creyentes de aquel tiempo que, cuando alguien estornudara, se expresase la bendición “¡Jesús!” o “¡Que Dios te bendiga!”.

 

Quien se fue de Sevilla perdió su silla

El arzobispo de Sevilla, Alonso de Fonseca, tenía un sobrino que se llamaba igual que él: Alonso de Fonseca. Hastiado de que le confundieran con su sobrino, le consiguió el arzobispado de Santiago de Compostela; pero como era muy joven, le fue imposible dominar la situación, pidiendo ayuda a su tío. Ante esto, el arzobispo cedió a su sobrino su propio arzobispado a su sobrino y se fue a Santiago de Compostela para poner orden en la diócesis. Cuando lo consiguió, después de unos 5 años, regresó a Sevilla y, cuando reclamó su sitio a su sobrino, éste le replicó: “Quien se fue de Sevilla, perdió su silla”. Tuvo que recurrir a la fuerza con la ayuda armada del Duque de Medina Sidonia y Beltrán de la Cueva, apoyado en la visita de Enrique IV a Sevilla, para conseguirlo.

 

Victoria pírrica

Se usa esta expresión para referirse a éxitos conseguidos en base a un coste demasiado elevado o a un desgaste tan grande que hacen dudar de si han merecido la pena.

Su origen está en la antigua Grecia. Se relaciona con el rey Pirro de Épiro, en la Batalla de Asculum, contra los romanos, en el año 279 a. JC. Allí logró derrotar a los romanos, matando a unos 6.000 de ellos, aunque perdió alrededor de 3.500 de sus soldados, muchos de ellos oficiales. Esta victoria no le reportó ventaja alguna. Al recibir felicitaciones por su victoria, Pirro exclamó la frase: “¡Otra victoria como ésta y estaré vencido, y volveré solo a casa!”

J.A.T.