EL ACUEDUCTO DE SEGOVIA tiene 167 arcos de hilera doble con una altura de unos 28,5 m. sobre el nivel de la plaza del Azoguejo y tiene una longitud de unos 850 metros con una pendiente del 1%. El nombre de estas construcciones proviene de acqua (“agua”) y ducere (“conducir”).

Según la revista National Geographic (04/11/2016), aunque hasta ahora se había atribuido su construcción al emperador Trajano –iniciándose su construcción hacia el año 98 d. JC-, nuevas investigaciones sitúan su construcción en tiempos del emperador Adriano, iniciándose a partir de los años 112-138 d. JC, pudiendo incluso prolongarse hasta los días de Antonino Pío (138-161 d. JC). La razón es el hallazgo de un sestercio del emperador Trajano que se emitió entre 112-116, por lo que la construcción tuvo que ser después de esta fecha.

Este tipo de construcciones eran importantes para los romanos al estar muy conscientes de la importancia que tenía un suministro de agua potable para sus ciudades. Según una fuente de información, 11 acueductos principales suministraban diariamente unos 318.000.000 de litros de agua a la antigua Roma.

Acueducto de SegoviaLo que más impresiona de este acueducto a los arquitectos es que estos 20.400 sillares de granito están asentados sin argamasa. Fueron diseñados, cortados y colocados con tanta precisión que han resistido los rigores del tiempo –casi 2.000 años-. Los arcos se construyeron sobre un armazón de madera, y entonces la piedra clave se colocó en su lugar para fijar en posición el resto del arco. Finalmente se removió el armazón de madera.

Hay muchas leyendas sobre el acueducto en el folklore popular. En el siglo XVII al acueducto se le dio el nombre de El Puente del Diablo. Una de estas dice que el Diablo construyó este puente, y que confundiría a cualquiera que tratase de contar sus arcos. Incluso hoy hay alguna controversia en cuanto al número exacto de arcos, puesto que algunos pueden estar escondidos. En la actualidad se han contado 167.

Cuenta la leyenda que una muchacha trabajaba como aguadora y que subía todos los días a la montaña a buscar agua. Hastiada de aquello pidió al Diablo que construyese algún medio para que no tuviera que subir y bajar por agua. El Diablo aceptó a cambio de que, si terminaba el acueducto antes de que cantara el gallo, la niña tendría que darle su alma. La niña se arrepintió de aquello y justo cuando le faltaba una piedra por colocar, el gallo cantó, haciendo que el Diablo fracasara. En ese hueco que quedó se halla la estatua de la Virgen de la Fuencisla. También cuenta la leyenda que los agujeros que se ven en las piedras del Acueducto son las huellas de los dedos del demonio.

J.A.T.