¿MAYOR O MENOR RIESGO?

El uso innovador de la cirugía sin sangre plantea algunas cuestiones interesantes: ¿Hay un mayor riesgo al no usarse la sangre? ¿Supone un mayor costo de modo que fuera una desigualdad para el resto de pacientes que sí admiten la sangre?

Que el uso de sangre tiene muchos riesgos es algo que nadie niega. Por citar un ejemplo, el diario EL MUNDO, en 2013, se hizo eco de las declaraciones del médico y profesor de Medicina Interna y Medicina Deportiva, Yorck Olaf Schumacher, especialista en EPO y dopaje sanguíneo, que fue el perito propuesto por la Agencia Mundial Antidopaje (AMA) en el juicio de la denominada “Operación Puerto”, operación contra el dopaje en el deporte de élite realizada en España. El expresó:

“Las transfusiones de sangre no favorecen el sistema inmunológico. Son más un desafío que un riesgo, porque en la bolsas algunas células mueren y otras viven. Los residuos siguen en la bolsa hasta la reinfusión, y todas esas sustancias entran de golpe en el cuerpo humano. Las transfusiones de sangre pueden provocar la muerte, debido a una lesión pulmonar aguda: ocurre en 1 de cada 1.000 personas.”

Los riesgos de infecciones con agentes patógenos conocidos y con aquellos todavía desconocidos siguen estando ahí.

Las estadísticas indican que apenas hay diferencias negativas –y en muchos casos hay más positivas- entre los que han sido intervenidos con la cirugía sin sangre que entre los que sí han recibido sangre.

Denton Cooley, fue un cirujano vascular estadounidense, fundador y Jefe de Cirugía del Texas Heart Institute (Instituto del Corazón de Texas), y pionero por realizar el primer implante total de un corazón artificial. Fallecido en 2016, realizó 663 operaciones a corazón abierto a pacientes TJ durante 27 años, con mínima pérdida de sangre en el procedimiento.

En 2007, la Revista Española de Cardiología (Vol. 60. Nº 7, págs. 727-731) hizo un estudio de cirugía cardíaca (entre enero 1988-setbre 2006), titulado “Cirugía cardíaca sin sangre en testigos de Jehová: resultados frente a grupo control”. Al pie de la página está el link para leer todo el estudio, del que hemos recogido algunos párrafos:

Se seleccionaron todos los TJ intervenidos de cirugía cardiaca (59). Se empleó una técnica de emparejamiento 1:1 a partir de las siguientes variables: sexo, edad ± 5 años, año y tipo de cirugía y reintervención o no. Suponía el 1,5% de los pacientes operados en el servicio de cardiología en ese período. Se analizaron las variables preoperatorias, intraoperatorias y postoperatorias. 

Los tipos de cirugía analizados fueron: coronarios (8 casos), valvulares (43 casos), cirugías mixtas (4 casos), cirugía de aorta (2 casos) y cardiopatías congénitas del adulto (2 casos). El estudio analítico se realizó según las técnicas de emparejamiento 1:1.

Las complicaciones y el índice de mortalidad fueron prácticamente las mismas: 4 en TJ (6,8%) y 5 en el grupo estándar (8,5%). Esta es la tabla estadística:

Los resultados fueron prácticamente similares. Ahora bien, es conocido que el uso de transfusiones de sangre se asocia con una mayor necesidad de horas de ventilación mecánica y una mayor estancia en la UVI, por lo que el grupo de pacientes TJ presentó:

  • mejores valores sanguíneos (hematocrito y concentración de hemoglobina)antes y después de la cirugía
  • menos horas de intubación
  • menor sangrado a las 24 horas
  • menor estancia en la UVI y en el hospital.

La negativa de los pacientes TJ a recibir transfusiones puede crear un conflicto médico-legal en el que se enfrentan la obligación del médico de preservar la vida del paciente y el principio de autonomía del paciente de tomar sus propias decisiones. Para poder intervenir a estos pacientes se requiere que todo un conjunto de especialistas se pongan de acuerdo en respetar la voluntad del paciente. Si alguna de las especialidades no está conforme, no es posible proceder a la intervención quirúrgica. Nosotros tenemos muy presente que es la voluntad del paciente la que debe primar, y respetar su deseo es básico mientras no se ponga en peligro la salud pública. Nunca cuestionamos las decisiones de los pacientes, sino que tan sólo les explicamos los potenciales riesgos que pueda conllevar su decisión.

Nuestra mortalidad es similar a la del resto de los pacientes, con el mismo número de complicaciones, por lo que a los pacientes TJ en nuestro centro se les proporcionan los mismos resultados que al resto de los pacientes. Curiosamente, el índice de Parsonnet, un predictor de la mortalidad quirúrgica, valora con 10 puntos el hecho de ser TJ, lo mismo que la disección de aorta o la endocarditis activa. El sistema del EuroScore, sin embargo, no da ninguna puntuación al hecho de ser TJ.

EL OBSERVADOR
Agradecimientos: Revista Española de Cardiología

La próxima semana abordaremos el tema: “Cirugía sin transfusión de sangre (IV): ¿Más o menos cara?”