De entrada, hemos de decir que “Viernes 13” provoca la pérdida de 900.000.000 de dólares en los negocios, según el estudio sobre los efectos de esta superstición que realizó Donald Dossey, del Centro del Manejo del Estrés y el Instituto de las Fobias, en Asheville (Carolina del Norte). La razón es que ese día mucha gente ni trabaja, ni vuela ni se desplaza por el temor.

No hay evidencia histórica que determine, a ciencia cierta, por qué el Viernes 13 está relacionado con la mala suerte y la superstición. Hay muchas teorías de siglos atrás, aunque la mayoría de ellas han sido descartadas.

Esta superstición se popularizó en el siglo XX y se relaciona con la novela “Friday, the Thirteenth” (“Viernes Trece”) del financiero del siglo XIX, Thomas William Lawson, quien nació y murió pobre, y, entremedias, fue uno de los hombres más ricos de EE.UU. Su novela, de 1907, trata sobre un corredor de bolsa que elige este día para colapsar deliberadamente el mercado de valores de Wall Street.

A esto se añadió que el viernes 13 de diciembre de 1907, el velero que el magnate hizo construir -el más grande construido sin máquina de propulsión- se hundió. Esto hizo que los 60.000 barriles de aceite ligero que transportaba se derramaran, por lo que es considerado el primer gran desastre ecológico de este tipo.

Un año después, en 1908, The New York Times se convirtió en uno de los primeros medios de comunicación en reconocer las supersticiones del Viernes 13. Más tarde en la década de 1980, la popularidad de la saga cinematográfica “Viernes 13” se sumó a este fenómeno cultural.

Emblema de la Orden del Temple

Tenemos una referencia histórica relacionada con esta superstición. Durante la Edad Media, en concreto, el miércoles 13 de septiembre de 1307, el rey Felipe IV de Francia (Felipe el Hermoso) envió una carta sellada a sus oficiales de policía con órdenes secretas para detener a los miembros de la Orden de los Pobres Caballeros de Cristo del Templo de Salomón (o también Orden del Temple, los conocidos Caballeros Templarios) de Francia, en una fecha y hora señalada. Esta carta no debía abrirse hasta el amanecer del viernes, 13 de octubre de 1307. En esa fecha, con absoluta discreción y coordinación, los Templarios fueron detenidos por herejía, en base a la declaración de Esquieu de Floyran, un exmiembro de la Orden, el cual los acusaba de los siguientes cargos, entre otros, a los que después se fueron añadiendo más:

  • idolatría
  • renegar de Cristo, orinar y escupir en la cruz durante el rito de iniciación
  • decir al iniciado que la sodomía era un acto legítimo
  • los sacerdotes de la Orden no consagraban la hostia al celebrar misa

Cruz pathé roja

Esta política real contra el Papa y los Templarios fue dirigida por Guillaume de Nogaret.

Fueron detenidos unos 2.000 Templarios, incluido el Maestre General de la Orden, Jacques de Molay, y llevados ante el Tribunal de la Inquisición para ser juzgados. Fueron encerrados en mazmorras y aislados para que no se comunicaran entre ellos. El ataque contra los Templarios alcanzó una gran notoriedad a causa de las escabrosas acusaciones que se les imputaban y la tortura a los que fueron sometieron por los inquisidores.

El papa Clemente V protestó por esta acción; pero el rey le “convenció” dándole las confesiones -arrancadas bajo tortura, especialmente, mediante el potro y la estrapada-, lo que hizo que el Papa promulgase la bula Pastoralis Praeminens, que ordenaba la detención de los Templarios, ahora en el resto de los territorios “cristianos”. Así, el 18 de agosto de 1308, unas 483 cartas papales fueron enviadas para arrestarlos.

Quema de los Templarios en París

El proceso se fue demorando varios años. Felipe IV consiguió que Clemente V condenase a la hoguera a los que se retractaban de sus “confesiones”, lo que ocurrió en París, el 12 de mayo de 1310, donde fueron quemados 54 Templarios, aparte de los que murieron en la cárcel o como consecuencia de las torturas.

Posteriormente, Clemente V emitió la bula Vox in excelso en la que se formalmente disolvía la Orden de los Caballeros Templarios.

Por medio de otra bula, Ad providam vicarii Christi, del 2 de mayo de 1312, decretó que las propiedades de los Templarios pasaran a la Orden de los Hospitalarios de San Juan de Jerusalén.

Jacques de Molay

Casi 2 años después, el 18 de marzo de 1314, el Gran Maestre, Jacques de Molay, junto a Godofredo de Charnay, preceptor de Normandía de la Orden del temple, fueron condenados a morir en la hoguera por retractarse de sus confesiones, sentencia que se cumplió el día siguiente, 19 de marzo. Afirmaron que solo eran culpables de traicionar a su Orden al confesar, bajo tortura, haber hecho algo que no hicieron. Rechazaron las opciones de perdón ofrecidas si se retractaban. Esa muerte horrible y su dignidad al afrontarla hizo que se ganaran la condición de mártires ante el pueblo, algunos de los cuales recogieron con reverencia sus cenizas como reliquias.

Esto acarreó la parte legendaria de esta historia pues Molay emplazó a sus ejecutores “a la venganza de Dios”. Un mes más tarde, el papa Clemente V moría de una fatal enfermedad, posiblemente, lupus. El rey Felipe IV murió 8 meses después en un accidente mientras cazaba. La leyenda estaba servida.

Parece claro, por tanto, que la razón principal de este ataque era económica, apoderándose de las riquezas de la Orden del Temple para reforzar las arcas reales. Prueba de ello es que, en los reinos ajenos a la influencia francesa, los Templarios fueron hallados inocentes de los cargos más importantes: Alemania, Inglaterra, Castilla y Aragón, Chipre (donde se encontraba la mayor concentración de Templarios fuera de Francia). En Portugal, ni siquiera se había arrestado a Templario alguno, desoyendo las órdenes papales. Y en los Concilios de Tarragona y Salamanca las sentencias fueron a favor de ellos.

De todos modos, esta historia tampoco da evidencia de que fuera el origen de esta superstición, que se empezó a manifestar, como comentamos al inicio, a principios del siglo XX.

Otros historiadores sugieren que el origen de la superstición de Viernes 13 es cristiano y se remonta a la Última Cena, que tuvo 13 comensales (Jesús y sus 12 discípulos), y tras la cual se produjo lugar la crucifixión de Jesús, precisamente en viernes.

Curiosamente, el viernes es el día de la semana que más veces ha coincidido en día 13 a lo largo de la historia. Según el calendario gregoriano, el día 13 ha caído 688 veces en viernes -cada 4.800 meses-, frente a 685 en lunes o martes, por ejemplo.

J.A.T.