Viena. 7 de mayo de 1824. El Kärntnertortheater o Teatro de la Corte Imperial acogía el estreno de la Sinfonía nº 9 en re menor, Op. 125, también conocida como “Coral”. Esta obra era especial e innovadora por incluir, en su último movimiento –conocido popularmente como “Himno a la alegría”, para diferenciarlo del poema original-, 4 solistas y un coro para interpretar el poema Oda a la Alegría, de Friedrich Schiller.

Su autor, Ludwig van Beethoven, de 53 años, llevaba 12 años sin aparecer en público, y además estaba completamente sordo. Por ello, se colocó detrás del director de orquesta y seguía el estreno de su obra leyendo la partitura, imaginando en su mente los sonidos que el público estaba escuchando. Un crítico musical expresó que “la música es matemáticas, es inteligencia, y que los músicos como Beethoven no necesitan oír los sonidos pues los tienen en la cabeza”.

Cuando el público expresó su agrado aplaudiendo la obra, Beethoven no se percató y seguía mirando la partitura hasta que uno de los solistas le tocó suavemente en el brazo, y le hizo girar para que viera las manos que le aplaudían y los pañuelos que se agitaban. Al darse cuenta, en maestro se inclinó y saludó al público. A partir de aquí se retiró de la vida pública. Desde su nacimiento hasta su muerte fue una persona con una mala salud: problemas de piel, tifus, hepatitis, reumatismo, sordera (quizá provocada por el tifus o la viruela, lo que hizo que, desde los 27 años, oyera un zumbido constante), cirrosis …

  • Escribir esta obra fue sumamente trabajoso para el músico: solo de la parte del “Himno” hizo 200 versiones diferentes, mezclando diferentes estilos como ópera italiana y alemana, cantata y elegía, y otros estilos.
  • Fue la 1ª sinfonía en introducir la percusión. Hasta entonces no se incluía la percusión en la orquesta.
  • Fue la 1ª sinfonía en introducir un coro, lo cual le trajo duras críticas, entre ellas, las de Verdi.

Esta obra ha fascinado a través del tiempo. Otto von Bismark fue uno de ellos, llegando a decir que si pudiera escuchar a menudo la “Novena” –como también se conoce coloquialmente a esta pieza musical- sería más valiente. Es más, la utilizó para subir la moral de sus tropas. También le otorgó a Beethoven el rol de inspirador de la raza germánica, y por ello, el régimen nazi utilizó su obra para establecer su doctrina al igual que la obra de Wagner.

En 1931, la “Novena”  fue utilizada por Pau Casals, el violoncelista, en los actos de proclamación de la 2ª República.

En 1933, se interpretó durante el cumpleaños de Adolf Hitler.

También en 1933, se tocó en el Festival de Bayreuth con la presencia de los más altos cargos del régimen nazi.

Pietro Mascagni, músico oficial del régimen de Mussolini, dirigía esta pieza en conciertos multitudinarios.

También estaba incluida en el repertorio de Toscanini, contrario al fascismo.

En 1972, el Consejo de Europa la convirtió en su himno.

En 1985, los jefes de Estado y de Gobierno europeos la eligieron con himno de la Unión Europea.

Desde 2001, la UNESCO la ha considerado Patrimonio de la Humanidad.

J.A.T.