Masada (Massada o Masadá) es una localización del desierto de Judea, a unos 4 km al S.O. del Mar Muerto, a unos 450 m. sobre el nivel de este mar y unos 63 sobre el nivel del Mediterráneo. Tiene una longitud de 645 m. y una anchura de 315, ocupando más de 9 hectáreas.

En 1966, su fortaleza y el entorno fueron declarados Parque Nacional de Israel y desde el 2001 es Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO.

Este lugar tiene gran simbolismo para el nacionalismo judío por los acontecimientos desarrollados aquí, en el que la pérdida de esta fortaleza ante los romanos hace 2.000 años resultó ser el fin de la resistencia de los hebreos antes los invasores extranjeros. De hecho, los nuevos soldados israelíes son llevados a este lugar para terminar su período de instrucción y pronunciar un juramento de 3 palabras: “NO MÁS MASSADA”, es decir, que no vuelva a haber ni suicidios en masa como ocurrió aquí ni genocidios como el de los nazis. Así Massada es símbolo judío de la supervivencia a cualquier precio.

Según Flavio Josefo, historiador judeorromano nacido en el siglo I, la fortaleza original fue establecida por Alejandro Janneo, rey asmoneo (103-76 a. JC.). En el año 43 a. JC., el rey Herodes El Grande la conquistó y construyó allí su palacio-refugio, pues temía ser asesinado por Marco Antonio a instancias de Cleopatra así por temer una revuelta de los propios judíos. Allí albergó a su madre Cypros, a su prometida Mariamne y a su hermana Salomé, fortificándolo y apostando  una guarnición de unos 800 hombres. Preparó torres de defensa, piscinas y baños públicos, y cisternas con recogida de agua… todo preparado para resistir una invasión, dado lo complicado de su acceso aprovechando sus defensas naturales flanqueadas por acantilados infranqueables. No obstante, Herodes murió para el año 4 a. JC.

Massada 2Según la obra de Josefo, La guerra de los judíos, no fue hasta el año 66 d. JC. cuando se produjo la primera revuelta de los judíos contra la dominación romana, provocada por los zelotes (“celosos de Dios”) junto a los sicarii (“sicarios”), rivales de los zelotes –al parecer una escisión de este grupo-, cuyo método era el pillaje y el asesinato. Un grupo de rebeldes encabezados por Menahem, hijo de Judas el Galileo, asaltó la fortaleza pillando desprevenida a la guarnición romana. Encontraron un arsenal para equipar a unos 10.000 hombres, importantes reservas de metal (hierro, bronce y plomo) para fabricar armas y munición, así como almacenes repletos de trigo, aceite, dátiles y vino. Había fértiles huertos que proporcionaban alimentos frescos así como canalizaciones que permitían recoger el agua de lluvia y llevarla a cisternas subterráneas.

En ese año 66, Cestio Galo con la Legión XII intentó doblegar a los sublevados y conquistar Jerusalén; pero se retiró sin que hubiera razón para ello, y en su retirada perdió casi 6.000 soldados a manos de Eleazar Ben Simón. Hubo diferentes revueltas hasta que, en el año 70, 4 legiones romanas bajo el general Tito –hijo del emperador Vespasiano– sitiaron Jerusalén hasta agotar sus reservas de alimento y agua. Fueron abriendo brechas en los muros y conquistaron la ciudad, y su templo fue quemado por completo, pese a las claras órdenes de mantenerlo intacto. Los romanos lo consiguieron en tan solo 4 meses y 25 días. Pero una fortaleza seguía desafiando el poder romano: Massada. Lo hizo durante 3 años más. Allí se pertrechó un zelote, Eleazar Ben Yaír y cerca de 1.000 personas –mujeres y niños incluidos-.

Vista cenital del agger erigido por el ejército romano.

Vista cenital del agger erigido por el ejército romano.

En el año 73, el gobernador romano de Judea, el general Lucio Flavio Silva, decidió sitiarla y acabar con la resistencia. Su ejército constaba unos 9.000 soldados, formados por la Legión X Fretensis (5.500), 4 cohortes (2.500) y 2 alas de caballería (1.000). Rodearon la fortaleza con un grueso muro de piedra y 8 campamentos con murallas de piedra. Con el tiempo construyeron una rampa de tierra que llegaba hasta la cumbre… ¡una rampa que se extendía por 197 metros con un desnivel del 51%! ¡Toda una obra de ingeniería no conocida hasta entonces! Sobre esto construyeron una torre y colocaron un ariete para abrir brecha en el muro de Masada.

Todos los intentos de Silva para que convencerlos de que se rindieran fueron en vano. Los intentos de Eleazar Ben Yaír y sus hombres por sabotear el trabajo de los romanos también fracasaron, por lo que su situación fue empeorando. Como la derrota era inminente, había que tomar una decisión: rendirse y ser esclavos de Roma, o morir “honrosamente” sin ser conquistados, es decir, un suicidio colectivo. Así se estableció que los hombres que tenían a sus familias con ellos se encargaran de quitarles la vida. Después asignaron a los 10 hombres más fuertes para matar al resto de varones que se colocaban encima de los cuerpos de sus mujeres e hijos y los abrazaban. Después 9 tenían que suicidarse y el 10º prender fuego al palacio antes de quitarse la vida. Según Josefo, 960 murieron.

Cuando los romanos lograron entrar en la ciudad se encontraron con todo incendiado y los cadáveres de los judíos. Sin embargo, quedaron con vida, una mujer anciana y otra mujer –pariente de Eleazar- y sus 5 niños: se habían escondido durante la matanza en una de las galerías subterráneas que conducía a las cisternas. Estos supervivientes fueron quienes relataron las últimas palabras que el líder sicario pronunció a sus hombres. Impresionados por la resolución de los sicarios, los romanos perdonaron la vida a los supervivientes. Josefo escribió lo siguiente sobre este episodio:

“Cuando allí se toparon con el montón de muertos, no se alegraron, como suele ocurrir con los enemigos, sino que se llenaron de admiración por la valentía de su resolución y por el firme menosprecio de la muerte que tanta gente había demostrado con sus obras.”

Posteriormente, durante los siglos IV-V, unos monjes bizantinos ocuparon Masada. La conquista árabe supuso el fin esta comunidad y el abandono definitivo de Masada a mediados del siglo VII, con una posible ocupación esporádica durante la época de las Cruzadas.

Desde entonces, la ubicación del histórico sitio cayó en el olvido hasta que, en 1807, el explorador alemán Ulrich Seetzen la avistó durante un viaje por el Mar Muerto, identificándola erróneamente con la ciudad bíblica de Zif. Después, en 1842, el misionero estadounidense Samuel Wolcott ascendió hasta su cumbre acompañado del pintor inglés William J. Tipping, ilustrador de una versión inglesa de La guerra de los judíos de Flavio Josefo. Wolcott realizó la primera descripción moderna de la fortaleza, muy completa en sus detalles y que confirmaba muchos de los datos que describiera, 18 siglos antes, el autor judeorromano Josefo.

J.A.T.

Agradecimiento vista cenital rampa romana: David Shankbone