El famoso escritor Honoré de Balzac dijo que “hay que dejar la vanidad a los que no tienen otra cosa que exhibir”. Asimismo, nuestro Jacinto Benavente expresó que “la vanidad hace siempre traición a nuestra prudencia y aún a nuestro interés”. Ambas frases se pueden aplicar a George Armstrong Custer, pues su vanidad y afán de protagonismo le llevó a uno de mayores fracasos militares de la historia (la batalla de Little Bighorn) y a su propia muerte.

George Armstrong Custer

Antes de resumir lo acontecido en dicha batalla repasemos un poco el historial de Custer. Con 16 años ingresó en la Academia Militar de West Point, de la que salió como el general más joven –tenía 23 años recién cumplidos-, pero también como “un alumno deplorable, pésimo estudiante sucio, vago y una vergüenza para la Institución”.

Posteriormente, participó en el ejército de la Unión durante la Guerra Civil.

Los antecedentes de aquella famosa batalla partieron del mal trato dado a los indios y a la falta de respeto a los acuerdos tomados con ellos que generalizó al gobierno norteamericano. Las Black Hills (Colinas Negras), en el idioma indio sería Paha Sapa, eran un lugar sagrado para los indios pues creían que allí residía el Gran Espíritu. De hecho, el Tratado de Fort Laramie, o Tratado Sioux de 1868, indicaba que era propiedad de las tribus indígenas. Pero el presidente de los EE.UU. percibía que la expansión del país se veía frenada por las tribus indias asentadas en el centro de la nación, por lo que ordenó a su ejército que fuera empujando a las tribus hacia las reservas. La respuesta india no se hizo esperar y atacaban a todo colono que pisase sus tierras. Se encargó al general Phillip H. Sheridan perseguir hasta la muerte a todo indio que no estuviera en la reserva. Fue éste quien acuñó la frase: “el único indio bueno es el indio muerto”.

Caballo Loco

En noviembre de 1868, Custer atacó una aldea cheyenne en Black Kettle –conocido como la batalla del río Washita-, asesinando a todos los guerreros, mujeres y niños que encontró. No fue la única ocasión en que lo hizo.

Toro Sentado

También mandó disparar contra la mayoría de los 875 ponis indios. Esto provocó que los cheyenne se desplazaran a la reserva india designada por el gobierno. Aunque se le formó un consejo de guerra, gracias a sus influencias salió bien parado.

El problema aumentó cuando, en 1874, Custer anunció el descubrimiento de oro y el gobierno quiso comprar las tierras a los indios. Aunque había opiniones discrepantes entre ellos, la mayoría se opuso, especialmente, Toro Sentado (Sitting Bull) y Caballo Loco (Crazy Horse). La aparición del oro hizo que muchos colonos quisieran aquellas tierras y con la excusa de construir un fuerte (Fort Riley) para “protección” de los indios, se envió a Custer con el 7º de Caballería.

[Continuará…]

J.A.T.