El duro entrenamiento que analizamos en la 1ª parte de este tema hizo de estos hombres dispuestos a dar su vida por Esparta los soldados más aguerridos y temidos de Grecia, y, posiblemente, los mejores combatientes de la Antigüedad. Llevaban su orgullo hasta el extremo, considerando vergonzoso volver a casa tras perder una batalla. Según el historiador Plutarco, las madres despedían a sus hijos diciéndoles simplemente: “Vuelve con tu escudo o sobre él”.

Tal carácter quedó plasmado cuando Jerjes envió un espía para observar qué hacían los espartanos, hallándolos peinando su larga cabellera o ejercitándose en la lucha. Admirado por aquella calma, Jerjes escribió a Leónidas: “Si quieres someterte te daré el imperio de Grecia”. Respondiendo Leónidas: “Prefiero morir por mi patria que esclavizarla”. Un segundo mensaje fue: “Entrega tus armas”. La respuesta, según Plutarco, fue: “Ven a buscarlas”.

No es de extrañar que, en el desfiladero de las Termópilas (año 480 a. JC.), 300 espartanos –a quienes se unieron tegeatas, mantineos, corintios, micenios tespios, tebanos, entre otros, hasta formar un ejército de no más de 7.000 hombres- lograran resistir a unos 250.000 hombres del ejército persa, durante 7 días (3 días completos de combate). Mientras los persas sufrieron una carnicería, los griegos apenas tuvieron bajas. Heródoto cuenta que hubo 20.000 bajas persas y 2.000 griegas. La victoria persa se hizo inevitable por la ayuda de un traidor de Tesalia, Efialtes, quien mostró a los persas un camino para vadear el desfiladero y así atacar la retaguardia griega.

Aunque hay distintas opiniones sobre esto, cuando Leónidas ya fue consciente de la situación límite, parece ser que ordenó la retirada parcial de las fuerzas de la coalición, quedándose con tan solo los 300 espartanos, y unos 700 tespianos y 400 tebanos para cubrirles la retirada del resto. Finalmente murió. Jerjes ordenó buscar su cuerpo y cuando fue encontrado ordenó cortarle la cabeza y la ensartó en un poste en el campo de batalla –algo no habitual entre los persas, los cuales –según Heródoto– solían tratar con gran honor a los soldados valientes.

Días después de marcharse los persas, la coalición regresó para recuperar los cuerpos y darles sepultura. 2 años después se erigió una estatua en forma de león para conmemorar a Leónidas, y 40 años después, los huesos fueron llevados de regreso a Esparta, siendo enterrado con todos los honores.

J.A.T.

 

Agradecimiento foto Termópilas: Fkerasar GFDL., CC BY-SA 3.0