RŌNIN CONTRA SAMURÁI: cara y cruz de una misma moneda.

Ya comentamos sobre la historia de los samuráis en las entradas relacionadas con Japón:  

Japón: los samuráis (1)

Japón: los samuráis (2)

Estos se regían por un código ético, el Bushidō (“El camino del guerrero”), que reconocía 7 virtudes:

 Gi Justicia o Rectitud

Ser honrado en los tratos con todo el mundo. Para un auténtico samurái no existen las tonalidades de gris en lo que se refiere a honradez y justicia. Sólo existe lo correcto y lo incorrecto.

 Yu — Coraje

Un samurái debe tener valor heroico. El coraje heroico no es ciego. Es inteligente y fuerte. Reemplaza el miedo por el respeto y la precaución.

 Jin — Compasión

Mediante el entrenamiento intenso y la meditación el samurái se vuelve rápido, fuerte y sabio. Desarrolla un poder que debe ser usado en bien de todos. Tiene compasión. Ayuda a sus compañeros en cualquier oportunidad. Si la oportunidad no surge, se sale de su camino para encontrarla.

 Rei — Respeto, cortesía

El samurái no tiene motivos para ser cruel. No necesitan demostrar su fuerza. Es cortés incluso con sus enemigos. Sin esta muestra directa de respeto no es mejor que los animales. Un samurái recibe respeto no solo por su fiereza en la batalla, sino también por su manera de tratar a los demás.

 Makoto — Honestidad, sinceridad absoluta

Cuando un samurái dice que hará algo, es como si ya estuviera hecho. Nada en esta tierra lo detendrá en la realización de lo que ha dicho que hará. No ha de “dar su palabra”, no ha de “prometer”, el simple hecho de hablar ha puesto en movimiento el acto de hacer. Hablar y hacer son la misma acción.

名誉「名譽」 Meiyo — Honor

Es la virtud más importante de todas. El auténtico samurái sólo tiene un juez de su propio honor, y es él mismo. Las decisiones que toma y cómo las lleva a cabo son un reflejo de quién es en realidad. No puede ocultarse de sí. En caso de quedar mancillado, la única forma de restaurarlo es mediante el Seppuku o suicidio ritual.

忠義  Chuugi — Lealtad

Haber hecho o dicho “algo”, significa que ese “algo” le pertenece. Es responsable de ello y de todas las consecuencias que le sigan. Un samurái es intensamente leal a aquellos bajo su cuidado. Para aquellos de los que es responsable, permanece fieramente fiel. Para el guerrero, las palabras de un hombre son como sus huellas: puedes seguirlas donde quiera que él vaya.

Pero el samurái tenía su “lado oscuro”: el rōnin, cuyo significado es “hombre vagabundo”“un hombre errante como una ola en el mar”-.

El rōnin era un samurái que ya no tenía amo, bien porque había perdido su favor, o porque el amo había caído o se había arruinado. Generalmente, los rōnin tenían fama de bandoleros y delincuentes ya que algunos se unían al crimen organizado o eran contratados como mercenarios, lo que les reportó una imagen de asesinos y vagabundos.

El hijo de un rōnin también lo era, por lo que su ilusión era demostrar su valía y llegar a convertirse en samurái.

Así, el samurái que perdía a su amo, por HONOR, tenía que cometer seppuku (o harakiri, aunque en japonés es un término más vulgar) y al no hacerlo, quedaba deshonrado, y era discriminado por los otros samuráis y los señores feudales (daimyō).

Y relacionado con los rōnin está una famosa y épica historia, que se ha elevado a la categoría de leyenda:

“LOS 47 RŌNIN”… que expondremos en un siguiente post.

J.A.T.